Un artículo para reflexionar a principios de año.

Año, mes, semana o un día determinado será el elegido para iniciar un plan con el fin de llegar a una meta. El objetivo, argumento y soporte del plan esta sobre la mesa.

Los primeros días genial, muy animados y centrados, pero a medida que pasan los días y surgen los ESPERABLES inconvenientes del día a día vamos perdiendo fuerza y forma para llegar al deseado objetivo.

Mucho trabajo, responsabilidades, cansancio, falta de tiempo y finalmente falta de ganas hacen que más rápido que tarde desistamos del muy “perfecto” plan. Y así va pasando el tiempo esperando, por ejemplo, un lunes para comenzar o la semana que viene.

¿Le ha pasado algo así?

No es un secreto para nadie la dificultad que muchas veces conlleva lograr un determinado propósito. Es fácil hacer listas acerca de lo que deseamos y planificar cómo llegar a ello, pero a medida que pasa el tiempo comenzamos a pensar:

  • ¡Que difícil es!
  • Con mi vida actual no me es posible.
  • Tengo que hacer muchos cambios y no estoy tan mal.
  • Fracasaré, otras veces lo he intentado, no tengo fuerza de voluntad.

A veces ni lo pensamos, pero al requerir un esfuerzo lo damos por perdido. Otras veces logramos un cambio radical, pero mantener el cambio en el tiempo es difícil, y regresamos al punto de partida o más atrás.

Cumplir metas es POSIBLE.

A muchas personas le funcionan los cambios radicales y son capaces de mantener el resultado, esto está bien, lógicamente si el cambio es sano. No obstante, a otros los cambios radicales no le son posibles y finalmente acaban abandonando y perdiendo su objetivo.

La verdad es que el cambio da miedo.

Cuando estamos acostumbrados a vivir de una manera, a funcionar con directrices que nos han permitido vivir bien, la incertidumbre al cambio nos frena.

Suelen aparecer resistencias de nosotros mismos o del entorno. La propia resistencia pudiera estar sustentada en creencias erróneas o limitantes: “nunca he sido buen deportista”. 

El entorno también notará el cambio, ¿Por qué haces eso? si siempre te ha ido bien, ¿Por qué cambiar?, ¿No crees que estas siendo egoísta?…

Todos tenemos responsabilidades. Nos guste o no la vida requiere compromiso. ¿Cómo puedo hacer ejercicio?, trabajo 8 horas, tengo hijos y trabajo en casa… ¿La verdad? es complicado, y si sobre esta carga añadimos el esfuerzo que requieren algunos cambios. Pudiera ser desalentador.

¿Qué información nos llega de prácticamente todo lo que vemos, leemos y escuchamos?:

“Mientras más, mejor”.

  • Cuanto más rápido lo logras, mejor.
  • Mientras más grande sea la producción, mejor.
  • Mientras más horas invertidas, mejor

Básicamente, el resultado se mide en base a la rapidez y magnitud de cambio, pero no en base a la capacidad de perdurar en el tiempo, y mucho menos se tiene en cuenta el contexto de la persona.

Muchas personas por su forma de ser o circunstancias vitales se manejan en términos de cambios radicales, un día dejaron de fumar y ya, pero esto no es aplicable a la mayoría de personas. Al contrario, se llenan de frustración intentando estos mágicos cambios para llegar a una meta, y finalmente desisten con el mal sabor de boca.

En una consulta un paciente me preguntó: ¿cómo se lo podía plantear?. Estaba cansad@ de grandes propósitos, y abatido por la frustración de no lograrlo.

Yo no tengo una respuesta o receta de cocina para lograr algo. Pero SÍ puedo resumir mis recomendaciones en su solo enunciado:

“HAY QUE FAVORECER LOS PROCESOS PSÍQUICOS HACIA El CAMBIO”

Les explico, si partimos de la idea de  resistencia al cambio, los estilos de vida limitados en horas y energía, la fluctuante fuerza de voluntad, entre otros, plantear una planificación que implique un cambio radical va contra el sentido común, ¿No es cierto?.

No está mal planificar, al contrario, tener claro lo que se desea es fundamental. Lo que es absurdo es hacer una planificación inflexible y a larga data.

Es recomendable hacer una planificación inicial que sea moldeable, flexible, en el contexto vital de cada quien.

Inicie con una meta realista y muy pequeña. Sí, muy pequeña, atrévase a desafiar la información masiva y poco realista que recibe de la sociedad.

Sobre esta recomendación quiero hacer hincapié, partiendo de la premisa FAVORECER el proceso de cambio, una propuesta interesante es iniciar con cambios pequeños, tan pequeños que no nos asusten, que no entorpezca la rutina, que NO estimulen el proceso de resistencia al cambio y sobre todo, que con hechos vayamos asimilando que somos capaces de cambiar.

Si quiere hacer ejercicio, comience por algo pequeño, suba los pisos de su finca en vez  de usar el ascensor, aparque un poco más lejos de la entrada a su domicilio.

 Progresivamente estos pequeños cambios, hechos de FORMA CONSCIENTE, como UNA PEQUEÑA mejora en su vida, favorecerá la predilección a moverse, y poco a poco se hará una rutina en su vida.

       NO menosprecie de ninguna manera estos pequeños movimientos, al contrario, Felicítese. Usted no está buscando un cambio radical, “Usted  está incorporando un hábito” tan lentamente que no lo apreciará como una montaña.

Esta promoviendo y beneficiando la experiencia de cambio, y esta generado hábitos, que es lo que garantiza el mantenimiento de resultados a largo plazo.

Créame, vale la para hacerlo. Pasos lentos, seguros, realistas que mejoraran la preferencia al cambio.

Un punto muy importante es la individualización y constancia reflexiva de estos procesos.

Con mis pacientes suelo enfocar el trabajo en realizar pequeños cambios con el objetivo de mejorar hábitos de vida, para la prevención de salud mental y física, por ejemplo, adquirir pequeños hábitos que permitan prevenir recaídas en una determinada enfermedad.

Hasta ahora los resultados son buenos. ¿Por qué no intentarlo?

Saludos y Muchas Salud.

Dra. Joana Cardozo.

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4 comentarios sobre “Cambios y Metas

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