Dra. Quiero algo para ser feliz… He escuchado esta petición en muchas ocasiones. Personas que desean, como es lógico, ser felices. Mientras que la petición es entendible, la respuesta no es tan fácil.
Primero hay que aclarar algunos términos. Depresión, manía, hipomanía, ciclotimia, distimia, disforia, son estados de ánimo patológicos. No estamos hablando en términos de felicidad ni infelicidad. Estamos hablando en términos de un trastorno de ánimo que tiene tratamiento farmacológico y apoyo psicoterapéutico.
En cuanto al tratamiento farmacológico, los antidepresivos han evolucionado. Existen diferentes mecanismos de acción, y se han minimizado los efectos secundarios de los mismos. Por su parte, la llegada de los estabilizadores del ánimo, como el litio, han marcado un antes y un después en la evolución del trastorno bipolar.
Pregunta clave: ¿Qué hacen estos medicamentos?
Sin mayor preámbulo, estos medicamentos tratan el estado PATOLÓGICO del ánimo. Es decir, los antidepresivos tratan la enfermedad, pero no dan la felicidad.
Una persona que padece depresión mayor, es tratada con un determinado antidepresivo, remite la depresión, y el estado de ánimo normal se recupera (eutimia), de tal manera, puede vivir la vida desde la normalidad, y valerse de herramientas personales para procurar momentos que le reporten bienestar y felicidad.
Los antidepresivos tratan la depresión. Por eso se llaman antidepresivos y no “Dadores de felicidad”. Hay que esperar un efecto real de los mismos, tratan el estado patológico, pero no aportan felicidad.
Claro está, al remitir el estado depresivo, la capacidad para sentir placer, disfrutar la vida, reir, así como la capacidad para valorar una situación vital con equilibrio, se restablecen. La persona será capaz de manejar con asertividad su entorno, y procurará su bienestar.
Las emociones deben ser congruentes con las circunstancias vitales del individuo. Por ejemplo, si algún ser querido muere, lo normal es que existan sentimientos y emociones desagradables como tristeza y nostalgia. Si por el contrario, le ha pasado algo bueno, lo sano es que sonría y sienta bienestar emocional.
El estado de ánimo sano no se define por vivir en un idilio constante de felicidad, ni mantener la creencia errada del “felices para siempre”.
Debemos disfrutar las emociones y sensaciones positivas, y ser respetuosos con las emociones desagradables, ambas son necesarias para fortalecer los mecanismos de afrontamiento de los problemas. Las emociones agradables y desagradables forman parte de la vida emocional de la persona.
Pregúntese:
¿Hasta que punto permite que el qué dirán, los sentimientos de culpa, las opiniones de personas (que ni le conocen), las exigencias sin sentido de terceros, entre otras cosas, le exponga a un carrusel de emociones, incluso logrando cambios en su autoconcepto?.
¿A quién le asigna la responsabilidad de su felicidad/bienestar?. Responsabilidad que nos pertenece a todos de forma individual.
“De mi bienestar me encargo yo. De tu bienestar te encargas tu. Entonces, solo así, juntos somos felices”.
Dra. Joana Cardozo Curvelo
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Muy buen articulo. Gracias por compartirlo.
Muchas Gracias por el comentario y gracias por leerme.
Dra. Joana Cardozo