En la línea del post anterior continúo escribiendo acerca de los trastornos del Estado de Ánimo. En este post nos vamos a centrar en la depresión.

Hace poco un@ paciente recuperad@ me comentó: “…antes escuchaba hablar de depresión, no podía entender lo que las otras personas me decían, hasta que me pasó a mí. Aún no me lo creo…”, haciendo referencia a su personalidad alegre y proactiva.

No es la primera vez que escucho este comentario, y siendo sincera por más que leo, estudio y trato pacientes, sé que no puedo sentir lo que padece una persona con episodio o trastorno depresivo. No me da vergüenza admitirlo, ¿saben por qué?, Porque al ser un estado de ánimo patológico NO se compara con la tristeza, de la cual si tenemos puntos de comparación. En conclusión, como son síntomas psíquicos patológicos que desconocemos, nos es difícil imaginar cómo son, añadido a la subjetividad de cada persona para sentir el dolor tanto físico como psíquico.

Ahora bien, independiente de las características de cada persona. La depresión es una enfermedad mental frecuente, que varía en intensidad y duración, con una alta probabilidad de cronificarse.

Más de 300 millones de personas en todo el mundo padecen depresión.

Datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud.

Cuando se habla de depresión tod@s pensamos en tristeza y eso es correcto.

El síntoma clave de una depresión es la variación del estado de ánimo que puede ir desde una tristeza vital hasta disforia (intenso malestar emocional donde la rabia impera). La irritabilidad por ejemplo, puede ser manifestación de depresiones en niños y adolescentes. Sin embargo, el estado de ánimo no es lo único que se afecta en la depresión. Por así decirlo, el estado de ánimo enfermo modifica y distorsiona el resto de la función psíquica. Esto que acabo de escribir es de gran envergadura:

“Una función psíquica enferma interfiere en las otras funciones”

En la depresión, la velocidad del pensamiento se enlentece, la fatiga psíquica está presente, muchas veces el paciente es consciente de esto, otras veces no sabe lo que le pasa “…se siente como lento, como torpe…”. Asimismo, esto se traduce en un hablar lento, si nuestros pensamientos son lentos, nuestra forma de hablar también lo será. A estos síntomas se les llama respectivamente bradipsiquia y bradilalia. El paciente presenta apatía y falta energía, “…como que tiene que hacer un gran esfuerzo…” para las actividades que realizaba sin ninguna dificultad.

Por otra parte, los pensamientos suelen ser de corte negativo, inutilidad, minusvalía, baja autoestima. Si la depresión se agrava, estos pensamientos pueden llegar a convertirse en ideas delirantes (fuera de la realidad). Incluso pueden estar presentes ideas de muerte, sí, el suicidio se suele contemplar en las depresiones, es muy común y debemos hablar de esto.  

La capacidad para concentrarse y prestar atención falla, de manera tal que no fijamos información, y la información que no se fija no se recuerda. Apareciendo fallos de memoria que angustian al paciente. La esfera sexual y alimentaría también está afectadas. Otros síntomas que forman parte del episodio o trastorno depresivo son la ansiedad y las alteraciones del sueño, pudiendo existir insomnio o hipersomnia.

Para muchos pacientes los síntomas son difíciles de describir, y la persona se siente impotente mientras que el resto del entorno le dice: ¡Vaaa cobra ánimo!  Como si un estado depresivo se tratara con una palmada en la espalda.

Pese a la evidente limitación y sufrimiento que genera el trastorno depresivo, muchas personas buscan ayuda en etapas avanzadas porque “…no querían llegar al psiquiatra…”. Ni se imaginan las veces que escucho esto en la consulta. Tras el tratamiento, estos mismos pacientes refieren “…no sé por qué no vine antes… “.

Un episodio o trastorno depresivo es una enfermedad psíquica grave, pero TRATABLE.

No me cansaré de decirlo: “BUSQUE AYUDA”. Vamos a cambiar ese concepto añejo e incorrecto de la salud mental. Pregúntese:

  • ¿Cómo se puede estar bien si el capitán de su barco no lo está (su cerebro)?
  • ¿De qué modo puedo tomar una decisión acertada en este estado?
  • ¿Cómo estará el funcionamiento cerebral al atravesar una depresión?
  • ¿De qué manera puede responder el resto del organismo (corazón, tensión arterial ,sistema inmunológico, por mencionar otros sistemas del cuerpo humano?

La evolución de un estado depresivo es variable, existen casos que remiten, otros que persisten en menor intensidad, por más de dos años (distimia), en otras puede haber una mejoría parcial, y en otras llegar a un estado grave en la cual la depresión es de tal intensidad que aparecen síntomas psicóticos. La depresión es una de las principales causas de suicidio. Como verá estoy hablando de una enfermedad que afecta la esfera psíquica de forma global, incapacitante e incluso puede llegar a causar la muerte de la persona.

No subestime en ningún momento un estado depresivo.

No hablo de personas tristes, débiles o “locos” (palabra que no me gusta para nada, es despectiva y está mal usada para referirse a los enfermos mentales). Yo hablo de un ser humano enfermo, que requiere valoración y tratamiento.

La valoración médica es imprescindible, no todo malestar emocional es una depresión, es necesario hacer diagnostico diferencial, como dije antes no toda tristeza o ansiedad son depresiones, ya que estas pudieran ser reactivas a otros problemas o trastornos emocionales.

Un diagnóstico bien hecho, se traduce en un plan de terapéutico adecuado, y un buen tratamiento marca la diferencia.

Saludos y mucha salud.

Dra. Joana Cardozo Curvelo.

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8 comentarios sobre “Depresión y estados de Ánimo.

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