Le invito a pensar en las palabras amor y compromiso.
Seguramente acaba de imaginar una pareja de enamorados, tal vez pensará en personas que se aman y se comprometen mutuamente (padres, hijos, amigos) o incluso pudiera asociarlo con la imagen de una alianza de matrimonio. Pero, yo le invito a pensar en José (personaje ficticio).
Han diagnosticado a José de diabetes, tiene seguimiento y tratamiento con uno de los mejores endocrinos de la ciudad, que ha pautado el tratamiento idóneo, pero las cifras de glucemia no se regulan y comienza a notar los estragos del descontrol glucémico. Sin embargo, durante los fines de semana José se permite lo que él llama “…un regalo, un descanso…” y come lo que le apetece, es sedentario y fuma. José toma de forma adecuada el tratamiento farmacológico, cuando lo recuerda… Por otra parte, se queja de la respuesta parcial del tratamiento y de malestares físicos. Añadido a esto, lleva una vida laboral muy estresada (es directivo de una empresa) y no esta a gusto con ciertas relaciones interpersonales… Esta situación se repite una y otra vez con diferentes patologías (físicas o psíquicas) y también en diferentes circunstancias de vida.
Muchos aspectos están incluidos en el proceso de mejora/cura de una persona. Indudablemente el diagnóstico certero conlleva a un adecuado tratamiento, pero es indiscutible que el grado de implicación, compromiso y responsabilidad de cada persona modifica de forma positiva o negativa la evolución de cada caso o situación vital.
La palabra paciente (que en muchos países ya ni se usa), no implica pasividad o estar inerte. No, cada persona debe comprometerse en su mejora.
Convenio, pacto, acuerdo, deber y empeño son sinónimos de compromiso. Uno de los compromisos más difícil de adquirir, cumplir y mantener es aquel que se establece consigo mismo, porque implica tomar conciencia acerca de nosotros mismo, ser honestos, reconocer nuestras debilidades y fortalezas, pero sobre todo requiere estima/amor hacia la propia persona para poder establecer esta clase de compromiso, y llegar a la meta deseada. Metas que queremos, merecemos o incluso que son necesarias para alargar la expectativa de vida.
Pregúntese:
- ¿Soy generoso conmigo mismo al permitir algo que considero como “un regalo” (como en el caso de José), pero que sabotea las posibilidades de estabilizarme?.
- ¿Soy fiel a mi deseo de mejora?.
- ¿Realmente, estoy dispuesto a limitar o abandonar aquello que me enferma?.
- ¿Estoy dispuesto a ser proactivo en mi recuperación o prefiero vivir en una retahíla de quejas sin fin?.
El compromiso con uno mismo es fundamental en la vida, recuerde es su vida, nadie puede vivirla por usted y usted no puede vivir la de nadie. Es decir, no hay manera que otra persona le regale años de vida, y nadie va a vivir con las consecuencias (buenas o malas) de sus decisiones, eso solo lo puede hacer usted. De tal manera, es un deber el amor que requiere el compromiso personal para vivir como mejor se pueda, y disfrutar este maravilloso regalo que tiene fecha de caducidad.
Da igual que sea una enfermedad de origen orgánico, psíquico o circunstancias vitales a resolver o aprender a vivir con ellas. El compromiso con usted mismo le acercará a sanear el entorno, y sobre todo sanearse a si mismo para vivir en congruencia con lo que se es, se piensa y se desea.
En todo proceso de mejora/curación/cambio, es necesario ser proactivo. Lógicamente, la proactividad es aplicable fuera de un estado patológico que limite a la persona. Más allá de esto reflexione:
¿Estoy comprometido conmigo mismo?. Después de todo, sin acción no hay reacción.
Dra. Joana Cardozo Curvelo
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Totalmente imprescindible ese compromiso con uno mismo en sanar.
No podemos dejar «solo» en manos de la farmacología y el buen diagnóstico nuestra cura o mejoría.
Muy buen artículo, Dra. Se expresa usted muy bien para que llegue el mensaje a todo el mundo. Por lo que le doy las gracias y la enhorabuena.
Gracias por tu comentario. Dra. Joana Cardozo Curvelo.